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mastropiero que nunca


















(Concierto íntegramente dedicado a
obras de Johann Sebastián Mastropiero)


Estrenado el 9 de Septiembre de 1977
en el Teatro Odeón, de Buenos Aires.

Última función el 27 de Febrero de 1983
en el Teatro Alcalá Palace, de Madrid, España.


A partir de este espectáculo, los shows de Les Luthiers estarán (en Bs. As.) 2 años en cartel


Programa:

JINGLE BASS-PIPE
(Obertura)
LA BELLA Y GRACIOSA MOZA
(Madrigal)
EL ASESINO MISTERIOSO
(Música de cine publicitario)
VISITA A LA UNIVERSIDAD DE WILDSTONE
(Música de cine documental)
KATHY, LA REINA DEL SALOON
(Música de cine mudo)
EL BESO DE ARIADNA
(Aria de ópera)
POEMAS DE GÉMINI
(Poemas)
CICLO DE SONATAS OP.17
(Para latín, piano y triángulo amoroso)
LAZY DAISY
(Hall music)
PAYADA DE LA VACA
(Payada)
CANTATA DE DON RODRIGO DÍAZ DE CARRERAS,
DE SUS HAZAÑAS EN TIERRAS DE INDIAS DE LOS SINGULARES ACONTECIMIENTOS EN LOS QUE SE
VIO ENVUELTO Y DE CÓMO SE DESENVOLVIÓ

(Cantata)

Bises (alternativos):
(1977) EL EXPLICADO (Gato didáctico)
(1978) OI GADOÑAYA (Canción rusa)
(1978) TEOREMA DE THALES (Divertimento matemático)
(1982) CANCION PARA MOVERSE (Canción en 12 movimientos)

 


Les Luthiers:
Ernesto Acher, Carlos López Puccio, Jorge Maronna,
Marcos Mundstock
, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich

Fundador: Gerardo Masana
Luthier de Les Luthier: Carlos Iraldi

Asistente en escena: José Luis Barberis
Asistente general: Rubén Scarone
Asistentes: Marcelo Guerberof, Oscar Rodríguez
Iluminación: Ernesto Diz
Sonido: Carlos Gogni
Manager Asociado: Chiche Aisemberg

Letra, música, arreglos y dirección: Les Luthiers



Curiosidades del programa:

Durante las giras de (1982/83) "La bella y graciosa moza" y "Kathy la reina del saloon" dejaron paso a "Sol la si la sol la do do si" y a la "Serenata mariachi" respectivamente.
En algunas funciones se incluyó "El rey enamorado"


Desde este show se empieza a utilizar a las luces como instrumento dramático. Dijo Ernesto Diz : "Me llamaron porque estaban convencidos de la necesidad de agregar el lenguaje de la iluminación. En una primera instancia yo decía qué se hacía y luego íbamos modificándolo en los ensayos. Pero ahora, a partir de una comprensión más profunda de lo que puede lograrse con la luz, Les Luthiers empezaron a crear elementos que se apoyaban en la iluminación: hubo entonces complicidad”.

Les Luthiers de la L a la S / Daniel Samper

Primera aparición informal

Calephone da casa
En: "Visita a la Universidad de Wildstone"
(intérprete: Ernesto Acher)


Shoephone
En:"El Asesino Misterioso"
(intérprete: Calos López Puccio)

  (ninguno de estos instrumentos se han vuelto a utilizar)  








Les Luthiers triunfan con las obras del genial Mastropiero


Aníbal Vinelli. La Opinión, 17-09-1977.

Cuando se encienden las luces del escenario, aparece el extraño artefacto, similar a una estrafalaria corneta, pero con ruedas. Entonces, por los altoparlantes, la voz grave, varonil y frívola, seductora y lánguida, declara: “Usted que conoce el éxito, usted, que es respetado por los hombres y admirado por las mujeres. Usted ¿quiere decirnos cómo hace?”. Un brusco apagón y, ordenadamente enfilados, frente al magnífico sistema de iluminación dispuesto por Ernesto Diz, avanzan Ernesto Acher, Carlos López Puccio, Jorge Maronna, Marcos Mundstock, Carlos Núñez Cortés y Daniel Rabinovich, los seis rostros que el público conoce –y admira- con el nombre de Les Luthiers. Ha comenzado, en síntesis, Les Luthiers Mastropiero que nunca, un nuevo recital que el conjunto de instrumentos informales acaba de presentar en el Odeón.
Con el gag inicial (una moderada sátira de la publicidad que acerca de los automóviles hacen en algunos cines) el grupo prepara el terreno para lo que vendrá después, la aparente locura que esconde apenas un plan escénico riguroso, a un tiempo imaginativo y disciplinado.
Mundstock, relator serio (tanto como puede serlo un Luthier) aporta su tono “Radio Nacional”, anunciando La bella y graciosa moza marchándose a lavar la ropa, que pese a las resonancias líquidas no ha de estimular en el oyente las virtudes domésticas, y sí ciertos ecos picarescos. Hay una moza, un jinete y que el lector suponga.
La música antigua tiene que cederle el turno a la de cine, y si el sonoro se apresta a cumplir el medio siglo de próspera existencia, se debe, seguramente, a que Les Luthiers jamás visitaron Hollywood. Porque sus tres secuencias de música para cine (El asesino misterioso, Visita a la Universidad de Wildstone y Kathy, la reina del saloon) hubieran acabado con la industria fílmica, tanto es el despliegue de insensateces que cometen: junto a ese juego del absurdo (tanto es el talento) los artistas aprovechan para contar una historia muda del sonoro a través de la película policial, el documental y el western, acelerando el ritmo en lo que no es sino un único y gigantesco gag, cuyos pivotes son Núñez Cortés al piano y el rubio y desmelenado López Puccio (cada día más parecido a un cocker spaniel) empecinado en leer una historieta.
El beso de Ariadna (con el ahora espigado Daniel Rabinovich como tenor solista) va marcando la fulmínea progresión (¿o degradación?) de un tema de corte clásico, hacia una balbuceante y empalagosa bailada comercial, y el efecto estuvo bien logrado.
Pero el gran momento musical de la noche (como suele decirse) llegó con Lazy Daisy, suerte de homenaje que transformó al Odeón en un show-boat y a Les Luthiers en minstrels, como aquellos negros que coreaban las viejas melodías con acentos del dixieland o el ragtime. Les Luthiers –al margen de una que otra broma- brindaron un colorido contrapunto entre tres voces (Acher, López Puccio y Núñez Cortés) y la guitarra de Jorge Maronna y el gigantesco bass-pipe a vara (la corneta-artefacto de ruedas) manejada por Rabinovich. Recordando a los trovadores sureños, o a los Mills Brothers, meneándose por los caminos del jazz hot, fue un verdadero placer escucharlos.
Pero ya se sabe que detrás de los intérpretes se esconde la atormentada personalidad de Johann Sebastian Mastropiero, ese alter-ego del sexteto que es como un poder invisible y misterioso. A resultas de sus pecaminosos amores como una ignota pianista, Mastropiero compuso el Ciclo de sonatas para latín y piano. De los humores de Mastropiero dependía la extensión de la Sonata y la preeminencia que el Latín (violín de lata) tuviera sobre el teclado. Y la Sonata cambió varias veces, ya que el violinista era el marido de la enamorada de Mastropiero, y éste aprovechaba los solos del pobre instrumentista para flirtear con su esposa: no pasará a la leyenda de la música este Mastropiero frívolo y enamoradizo.
Créase o no, el último número del programa se llama Cantata del Adelantado Don Rodrigo Días de Carreras, de sus hazañas en Tierra de Indias, de los singulares acontecimientos en que se vio envuelto y de cómo se desenvolvió, y pese al título, a su dimensión aterradora, el producto resultó atractivo.
Quizá no haya sido el mejor número del programa (quien firma esta nota se queda con Lazy Daisy) pero indudablemente es el que demuestra con mayor precisión la inventiva urdidora y fabulante de los excéntricos. La conquista, la colonización y el indio, contado como una recorrida musical por el territorio americano, con versos y alusiones, podía haber degradado en un intríngulis espinoso, tanto guarda aún de urticante su memoria.
En manos de Les Luthiers, a uno le dan ganas (si la historia hubiera sido así) de revivirla todos los días: el conquistador es un mercader bastante tonto, que cambia su oro por cuentas de colores a los aprovechados indios, y cada vez que anuncia su intención de quedarse, los aborígenes lo hacen retroceder 500 leguas. Así visita América (charter colonial) entre los cantos de nativos que siempre son los mismos, aunque vayan cambiando el charango sureño, por tumbadoras o el bongó antillano.
Les Luthiers historiadores son una peste divertidamente enloquecedora, es como si la Historia de Grosso se hubiera caído en una tina de coñac o la narración estuviera a cargo de la Unión Social y Deportiva “Los Indios Triunfadores”, con toda esa música y alegría, con ese sabor a cha-cha-cha y danzón, a mambo y guajira.
Al concluir, la irrealidad no terminó, porque los tamtams seguían resonando: era el público, que pateaba más que aplaudía, reclamando el bis. “Juira de programa” –Mundstock, criollo rubio, dixit- “les haremos escuchar El Explicado, gato de Cantalicio Luna”.
Ya tarde, en los camarines, saludando a amigos y parientes (que no son lo mismo), a críticos de distintos medios, al cantante y compositor Alberto Cortés, volvieron a ser los jóvenes serios y reflexivos de la vida real, los trabajadores infatigables que prepararon este espectáculo excelente durante 6 meses, y que han de agotar las entradas por un plazo similar. La conclusión de esta nota es, básicamente, la reiteración de una anterior. A Les Luthiers hay que declararlos de interés nacional y auspiciarles giras por todo el mundo. Nunca estaríamos mejor representados.










Les Luthiers,
Mastropiero que Nunca
(Grabado en vivo)


Único disco doble y primera grabación discográfica en vivo, siendo una selección de obras del espectáculo estrenado en 1977 del mismo nombre.

Grabado en vivo en el Teatro Coliseo de Buenos Aires el 20 de mayo de 1979.
Editado por el sello Microfon en 1979.

Les Luthiers:
Ernesto Acher, Carlos López Puccio,
Jorge Maronna, Marcos Mundstock,
Carlos Núñez Cortés, Daniel Ravinovich
Fundador: Gerardo Masana
Productor Asociado: Chiche Aisenberg
Taller de instrumentos: Carlos Iraldi
En escena
Asistentes: Marcelo Guerberof, Oscar Rodriguez
Sonido: Carlos Faruolo
Iluminación: Ernesto Diz
Asesor de imagen gráfica: Juan B. Arruabarrena
Técnico en grabación: Carlos Piriz
Letra, música, arreglos y dirección: Les Luthiers


Mastropiero que nunca

Grabado en vivo en 1978 y 1979

Jingle Bass-pipe
La bella y graciosa moza…
El asesino misterioso
Visita a la Universidad de Wildstone
Kathy, la Reina del Saloon
El beso de Ariadna
Poemas de Gémini
Ciclo de Sonatas Op.17
Lazy Daisy
Payada de la vaca
Cantata de don Rodrigo Díaz de Carreras…
El Explicado







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